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Su particular geografía volcánica, sumada a un clima de veranos calurosos e inviernos blancos y lluviosos, son las condiciones para generar el hogar de una vida silvestre irrepetible. Sorprendentes bosques de araucarias, lengas y raulíes, negros campos de basalto donde los líquenes brillan en soledad, bosques llenos del canto de las aves y a veces, de un profundo silencio que presencia el sigiloso transitar de los animales.

Fauna

Poniendo atención, siempre es posible encontrar algún ser en movimiento en los rincones del cielo, bosque y la tierra dentro del parque. También, diversos peces escondidos bajo el agua. El cóndor sobrevolando desde lo alto. El puma, la guiña, el pudú y el zorro chilla habitan los bosques. El carpintero magallánico, el segundo carpintero más grande del mundo, hace retumbar con sus golpes al comer y al hacer de los troncos su hogar y el de otras aves. El monito del monte, minúsculo marsupial y el más antiguo hasta ahora encontrado en el país, escondido en los árboles. El encuentro con alguna de estas especies es sólo cosa de tiempo y contemplación.

Flora

En sus alturas, el parque es territorio de gigantescas araucarias, el árbol más emblemático de la zona. Su particularidad no solo radica en su majestuosa apariencia y tamaño, también en su capacidad de crecer en suelos volcánicos y de germinar bajo la nieve. Acompañada a veces de Coihues y Lengas, la Araucaria abre paso a Robles y Raulíes que en otoño tiñen el paisaje de rojos y naranjos.

Funga

Aunque habita durante todo el año, el reino fungi se deja distinguir con gran parte de sus llamativos cuerpos durante otoño y primavera. Algunos como el Llao llao o pan del indio aparecen en los brazos de los coigües. En la humedad de la madera en sombra el Cola de Pavo, conocido por sus diversos usos medicinales. Diminutos hongos azul brillante que tiñen la madera del mismo color. Y las adoradas Mycenas, campanitas que encantan con su pequeñez y delicado cuerpo. También es posible encontrar los hongos más populares por su interés gastronómico como el changle y la lengua de vaca. Un alucinante reino que con su trabajo microscópico aporta a transformar a través de la descomposición, lo muerto en vida.